Experiencia Internacional

Hola, soy Andrea, pasante en Huellas ONG, en este artículo te voy a hablar de lo que aportan las experiencias internacionales y de lo que vivo ahora como pasante en Huellas. ¿Listo? ¡Arranquemos!

Siempre tuvo su efecto empezar a escribir con una frase corta pero inmensa de significados. Vivir y trabajar en otro país. Esta oportunidad tiene como primera ventaja la apertura al mundo, el aprendizaje no sólo es profesional, sino cultural. Esta parte cultural es de hecho la que más puede costar y la que más requiere tiempo para interiorizar y procesar todas las diferencias de un país a otro. Esto no es en nada una traba o un defecto, al contrario, de una experiencia más retadora uno sale más grande y humilde. Profesionalmente el currículum crece, cuesta menos encontrar un puesto que querramos ya que se va acumulando experiencia, será más fácil encontrar otra experiencia internacional si nos gustó la primera, y aparece la posibilidad de una vida de expatriado si opera el encanto de un país en particular.

Hablar varios idiomas en un mundo cada vez más pequeño y más conectado es una ventaja enorme, abre muchas oportunidades. Siempre se va a necesitar a una persona que conozca varias culturas, que sepa hablar al menos dos idiomas, sobre todo si una empresa quiere crecer o desarrollarse a nivel internacional. El proceso de globalización no es nada nuevo, sino que estamos en la tercera fase de este proceso, la del “global village” según Marshall McLuhan. Este concepto es aún más válido hoy, nunca estuvimos tan conectados de un país a otro. Esto tiene un efecto muy concreto: cada vez más, se necesita a personas polivalentes y capaces de adaptación, y eso pasa por el aprendizaje de varios idiomas, y el aprendizaje profesional. Vivir en el extranjero permite desarrollar habilidades comunicativas, ganar confianza en uno mismo y así crecen los que llamamos soft skills, se definen precisamente por todos estos últimos elementos. Las hard skills se adquieren en el trabajo, con el tiempo movilizando los conocimientos académicos y técnicos que ya tenemos.

Las experiencias en otros países llevan recuerdos que guardarás toda la vida. Conoces a muchas personas, y ciertas se quedarán en tu vida como amigos. De todos estos encuentros, guardarás contactos. Así se agranda la red y la gente que se conoce con campos de estudios/trabajos diferentes, siempre acaba por ser útil no solo por uno sino por ellos también si necesitan otra opinión o una mirada diferente. El beneficio es mutuo, aportan los otros como nosotros podemos aportar.Las experiencias internacionales desarrollan la inteligencia emocional. Estudios analizando el aprendizaje de otro idioma concluyeron que los esfuerzos, y la perseverancia en todo este proceso, desarrollan la inteligencia emocional EQ. El psicólogo Daniel Goleman la define como actuando sobre los siguientes componentes: el autoconocimiento emocional, el autocontrol emocional, la automotivación, la empatía, y las relaciones interpersonales. Esta inteligencia emocional también acentúa la capacidad de adaptarse al trabajo y las diferentes dimensiones culturales propias a otro país que se deben tomar en cuenta en la manera de trabajar. Se moviliza esta última aún más cuando la experiencia tiene que ver con el ámbito social, o cuando se puede brindar apoyo al otro, por ejemplo en un voluntariado, o en pasantía con una ONG .

Conté con mis propios recuerdos y mi experiencia para escribir estos últimos párrafos. Soy francés, y como primera larga experiencia tuve la oportunidad de ser pasante un año en Bogotá, Colombia. El primer contraste fue la inmensidad de esta ciudad y sus once millones de habitantes, y los cuatro cientos mil de Toulouse, mi ciudad. Demoré varias semanas en adaptarme, estar más cómodo con mi entorno, atreverme a hablar con más gente que simplemente mis colegas en la oficina. Hasta diría que la adaptación laboral fue más rápida que la adaptación cultural. Pero cuando llegamos solos a un país, que no conocemos a nadie, rápido tenemos que intercambiar con más gente, preguntar, conocer, y poco a poco sentirse más confidente y atreverse a ver otras cosas además de Bogotá y su cercanía.
Ahora con Huellas la adaptación fue más rápida, no solo por la experiencia acumulada sino también por la diversidad de pasantes y personas que iba conociendo con las que se comparte en reuniones y objetivos comunes. Hacer la pasantía de manera remota tenía algo nuevo para mí, nunca lo había hecho antes. Tampoco conocí un contexto tan peculiar que te hace conocer personas, trabajar con ellas sin verlas fuera de la pantalla, estando a 11.000 kilómetros de distancia. Algo que podía parecer impensable antes. Sin embargo la flexibilidad, el funcionamiento y valores solidarios de la ONG permitieron que se sintiera una cierta comodidad al cotidiano al compartir estos momentos y avanzar junto con mi equipo. Hasta tal punto que no vi pasar todos estos meses que estoy resumiendo en un párrafo.

Se tiene al final de las experiencias esta impresión de haber crecido aún más cuando estábamos en otro país que cuando estábamos en el nuestro. Se va ganando autonomía y responsabilidad. Lo importante es seguir aprendiendo lo máximo posible de todo. Sea en la oficina o fuera de ella.

Andrea Betti
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